el cambio del siglo XXI
No hay forma de ver el proceso de cambio cuando uno esta inmerso en el; así que esto es probablemente, otra aproximación errada. El mundo ha cambiado, la empresa, la comunicación, al economía, el arte, la belleza, todo esta cambiando deprisa y el poder de asimilación humano no es infinito.
Estamos inmersos en un desajuste cultural y social. Como conjunto, no somos capaces de asimilar todas las novedades tecnológicas e informativas que nos rodean y el proceso no para. No nos equivoquemos, la sociedad no avanza al mismo ritmo que la tecnología que la sustenta. En este momento somos como un mono con un mechero: las posibilidades que tenemos son infinitas, abrumadoras, pero no sabemos cuales pueden ser las consecuencias de nuestros actos y necesitamos tiempo para pensar, asimilar, mirar atrás y calmar el paso.
El otro día, cuando el ministro de economía llamaba “magia” a una memoria usb, pudimos ver como ya ha llegado esa ruptura entre tecnología y gobierno. Quien nos gobierna no entiende ni pertenece al tiempo que corre, le sobrepasa y mientras lo asimila, los avances no se detienen y, nos vemos viviendo en una especie de ley de Moore
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Informativa, donde cada año se multiplica por si misma la cantidad de información disponible y es más barato y fácil acceder a ella, pero nosotros no multiplicamos por dos nuestra capacidad de comprensión de año en año.
Las creencias, la fe, la verdad, todo esta en tela de juicio, todo es susceptible de renovarse, de cambiar, de evolucionar rápidamente y, sin pilares sólidos sobre los que erigir nuestro edificio de conocimiento, la sociedad se tambalea.
Las personas necesitamos certezas, creencias, verdades que no pongamos en duda constantemente. No podemos dudar de que cuando nos despertemos igual ya no hay calles, o igual nuestra madre nos dispara a la cabeza. Eso no se puede dudar. El ser humano necesita de un cierto grado de rutina, de simplicidad de vida para poder crecer interiormente y eso, hoy día, se echa en falta. Ya no se cuales son las necesidades humanas. Ya no se cual es la escala de valores que tenemos. Hemos conseguido hacer que la individualidad sea general. Hemos pasado de un mundo de borregos todos iguales andando al mismo paso en sociedad, a un mundo de borregos tan desiguales que la desigualdad los iguala. ¿Nadie ve que es absurdo?
Hay en Internet y el las librerías, miles de artículos y libros sobre “la enfermería del siglo XXI, el marketing del siglo XXI, la cocina del siglo XXI”… ¿Y las personas del siglo XXI?
Nuestra sociedad necesita urgentemente, un reajuste ético, filosófico y moral.
Sin él, cualquier avance, cualquier progreso, estará abocado al fracaso. Yo ya no me pregunto si mi hijo verá un mañana ecológico, sostenible y avanzado, me pregunto si eso le importará o si vivirá al borde del suicidio, consciente de que su existencia finita, parcial y aislada es absurda en la intimidad de un mundo que no escucha y habla a gritos frente a un universo infinito que nos ignora…
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